En el camino...

La experiencia sirvió para poner a prueba no sólo el físico, sino también el espíritu!

Entre los ricos testimonios de entusiasmo, presentamos aquí algunos pensamientos de Alessandra y Verónica...

"¿Que era lo que yo esperaba de esta peregrinación? ¡Nada! Mi cabeza estaba inmersa en un caos de tal manera que parecía imposible que un “simple" Camino podría ser capaz de reorganizar las cosas.

La experiencia del Camino te pone en frente a tu fragilidad, te das cuenta de que no eres invencible, que es inútil huir de tus miedos, tienes que enfrentarte a ellos.

Después de tres días de camino, las piernas temblaban de cansancio y las rodillas estaban doloridas.

Fue extraño entender, unos días más tarde que sólo podía haber sido Él quién me quisiera en el camino de Santiago. La respuesta llegó mientras estaba en una iglesia en Arca, una de las últimas etapas del Camino.

Allí vi un crucifijo representando a Jesús con las rodillas sangrantes y lastimadas ... en ese momento me di cuenta de que esas rodillas eran las rodillas de todos nosotros, incluso las mías.

Cuando miras a Cristo en la cruz, llaman inmediatamente la atención sus pies y manos. Pero también sus rodillas nos hablan.

Son rodillas que saben lo que significa "caer en el polvo", que saben lo que es el dolor y la fatiga. Quieren decirnos que el camino de nuestra vida es un camino difícil, que la cruz es pesada, pero no por eso debemos dejar de caminar.” (Alessandra)

"Esto es lo que aprendí de la camino hacia Santiago: que no es verdad que no soy capaz de hacer nada; que puedo convivir con el dolor hasta hacer que se vuelve lo suficientemente pequeño como para olvidarlo; que todavía puedo maravillarme por las pequeñas cosas y por las cosas extraordinarias a mi alrededor.

Pero por encima de todo, que no es verdad que estoy sola, sino que tengo a mi lado personas que me quieren tal y como soy, con mis defectos, miedos y momentos malos. Personas que fueron capaces de apoyarme todo el tiempo, como el bastón que sostiene  y ayuda al peregrino a caminar.

Y ahora que vuelvo a mirar cada paso recorrido también entiendo que en realidad Santiago no era la meta, sino sólo un paso más ... porque el camino, mi Verdadero Camino, acaba de comenzar.” (Verónica)