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P Andrea Antonini
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17/02/2016

La Regla vivida

El Aquí Estoy betharramita en Marruecos

La Regla vivida

En 1999, el P. Vincent Landel scj llegaba a ser arzobispo coadjutor de Rabat, antes de asumir totalmente el encargo de la arquidiócesis en 2001. Paradójicamente, esta disponibilidad total implicaba una ruptura que lo llevaba a dejar su familia religiosa o por lo menos, a alejarse por un tiempo. Pero, por Dios, no quisiera mentir, nuestro obispo scj sigue bebiendo en nuestro manantial común y encarnando el carisma de Betharram en un país musulmán.

Artículo 9.  Según la intención de nuestro Fundador, la Congregación es un Instituto religioso de vida apostólica. Su misión consiste en prolongar el acto del Corazón de Jesús, el Verbo Encarnado, que se ofrece a su Padre para cumplir su voluntad de salvación: revelar a los hombres de nuestro tiempo la ternura y la misericordia, el rostro amante de Dios-Padre.

El espíritu de nuestra vocación es “como el espíritu de Nuestro Señor, un espíritu de mansedumbre, de humildad, de abnegación, para atraer a los pecadores, suavemente, a la penitencia y a su imitación.”

Aunque sea obispo, me es imposible cortar con el pasado que me permitió ser lo que soy hoy. El mensaje de San Miguel me hizo vivir y continua haciéndome vivir en la dinámica del Beato Charles de Foucauld. ¡Ese Verbo encarnado le dio tanto sentido a sus vidas! Por eso, para mí, Reproducir el impulso del Verbo encarnado, es el motor que da todo su sentido a mi vida, hoy. Me atrevería a decir que fue sí, desde el llamado que recibí de Juan Pablo II, a primeros de diciembre de 1999. El teléfono en mi mesa, al final de un trimestre que había sido difícil para el Colegio de Betharram, todo tomaba otra dimensión; estaba lejos de imaginar la que sería mi misión de obispo, pero el hecho de haber dicho SÍ, en mi alma y consciencia, creó en mi como un nuevo nacimiento. Eso fue confirmado cuando, levantado el secreto, vi a todo el mundo a mi alrededor contentos; entonces sentí una gran paz. Ese SÍ no fue una fuga ante las dificultades, sino una respuesta a un llamado profundo. Este acto de obediencia a la Iglesia me abría nuevos caminos, me hacía terriblemente libre porque sentía que entraba en el verdadero camino de la Voluntad de Dios. Como discípulo de San Miguel, tenía que responder, entonces, sin vuelta atrás, sin reserva, por amor, sin saber demasiado adónde me llevaría eso. Después de ese SÍ, dicho con fuerza al Señor, tuve la idea de releer mi historia humana, mi historia de Betharram… y comprendí como todo lo que había vivido hasta ese momento, me había preparado a esta respuesta y a tomar ese nuevo rumbo. De eso doy gracias al Señor. Entonces me vino la idea de tomar como lema “Escucha”. ¡Cuántas cosas descubrí al vivir esa escucha por amor! Y hoy, quisiera decir, cuando Francisco aún no era papa, que la palabra “periferia”, “Hospital de campaña”, “salir”, “ternura”, “misericordia”, “recen por mí”… resuenan terriblemente en mi vida. Así descubrí lo que debería ser un corazón “abierto a la vida”. La Iglesia de Marruecos había cambiado dramáticamente desde mi infancia. Se volvió mucho menos numerosa (menos de 30.000, todos extranjeros), pero mucho más multicultural (más de 100 nacionalidades diferentes), mucho más joven (30 años es la media de edad). Y era ese pueblo de Dios que se me había confiado. Se trataba, entonces, para mí, de ir al encuentro de esas personas para conocerlas, vivir una proximidad y hacerme, para ellos, al mismo tiempo “padre y madre”. Estaba lejos de imaginar toda la riqueza de esta población cristiana y todas sus dificultades. Mi lugar comunitario era un coche… Había que salir para ir al encuentro. Es verdad, había ciertamente distancias kilométricas, pero sobretodo distancias culturales. No se trataba de aplastar todo eso, sino de permitir la comunión de todos esos cristianos “en torno a Jesucristo y en Marruecos”. ¿No es eso la Encarnación? Trato de ser un Padre servidor… un Padre escucha… un Padre próximo… un Padre acogida… un Padre comunión. Es allí donde se manifestó la ternura del Padre y su Misericordia. Ayudar a todo un pueblo joven a descubrir a ese Padre amoroso que ayuda a acariciar todas las cadenas humanas, o incluso religiosas, que nos hemos construido y en las que corremos el riesgo de encerrarnos, para que aprenda a descubrir la verdadera libertad que brota del Corazón de Dios, el verdadero respiro, el verdadero amor. Así es cuando podemos realmente ser testigos de nuestra fe cristiana en el corazón de este mundo musulmán. Descubrí, año tras año, lo enriquecedor que es ese encuentro con el Islam y nos ayuda a profundizar nuestra fe cristiana. Pero para eso, siguiendo al P. de Foucauld, tenemos que aceptar que los musulmanes son una riqueza para nosotros… la aceptación de la diferencia nos hace crecer en humanidad y en la fe. Es un desafío que tenemos que recoger cada día: “Dios amó tanto al mundo…” Incluso a los no cristianos; ¿No es eso un “espectáculo prodigioso”?Tenemos que repetirnos continuamente que seguimos a Jesucristo, como sus testigos en el corazón de ese mundo del Islam. Es realmente la misión de “salir” que recibimos de nuestro Papa Francisco. ¡Hay tantas personas maravillosas en este pueblo! En Navidad pasada, el Ministro de los Asuntos Islámicos me mandó sus saludos personalizados escribiendo “Querido hermano en la fe”.Y, al vivir este ministerio, yo estoy re-escribiendo “mi regla de vida” a partir de los mensajes cuotidianos que nos entrega el Papa Francisco… “El obispo es, ante todo, un hombre de oración” antes de ser un hombre de planes pastorales… y ¡cuántas veces nos vuelve a lanzar por el camino de la mansedumbre, de la humildad, de la entrega… San Miguel se reconocería bien en eso. Y además, cuando nos recuerda la pobreza Que no es sólo pobreza material, sino aceptación de todas las realidades socio-políticas que no siempre corresponden a lo que yo quisiera vivir. Vivir en un contexto humano, político, religioso sobre el cual no puedo influir y por el cual tengo que dejarme acoger sin dejar de ser lo que soy. Vivir en un contexto que no es laico y en el cual la noción de libertad no tiene la misma dimensión que la mía… y en el cual tengo que cumplir con un deber de reserva porque soy “un extranjero en el país que me hospeda”Siguiendo a San Miguel así es como yo trato de vivir la inmensidad de la caridad, dentro de los límites de mi posición.

+Vincent LANDEL s.c.j.

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