Vida de la Congregación (1)
En la víspera de la canonización de la “pequeña nada”
Dentro de tres días, la Beata Maria de Jesús Crucificado, Mariam Baouardy (1846- 1878), será canonizada en la Plaza de San Pedro. Nació en Galilea, la “arabita”, vivió en Egipto, Libano, Francia, India y terminó su corta vida en Belén. Para la Iglesia es un puente entre los cristianos de Oriente y de occidente.
Para nosotros, betharramitas, la que nos hizo nacer como congregación de derecho pontificio por su inspiración y tenacidad. A la manifestación de amor hacia nuestra familia le correspondemos con un agradecimiento infinito y una devoción constante.
Y como está llegando el gran día, “nuestro primer motivo de alegría, como decía recientemente el P. Gaspar scj, consiste en contemplar a Mariam, compartiendo la gloria del Padre, del Hijo y del espíritu Santo después de haber vivido el evangelio en esta tierra”.
« Hoy, la santidad - decía ella - no es la oración, ni las visiones (o las revelaciones), ni la ciencia de hablar bien, ni cilicios, ni las penitencias; es la humildad… La humildad es la paz. El alma humilde es reina y es siempre feliz. En el combate, en el sufrimiento, ella se humilla; cree que merece más, pide (más). Está siempre en paz. El orgullo produce turbación. El corazón humilde es el vaso, el cáliz que contiene a Dios. El Señor dice: un alma humilde, humilde de verdad, hará más milagros que los antiguos profetas…... »
(Archivos del Carmelo VII, 75-76)
Foto: Cartel que los betharramitas colocaron en la Iglesia de Santa María de los Milagros, en Roma
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