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Gustavo India
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14/10/2011

Noticias en Familia - 14 de octubre de 2011

Sumario

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La palabra del Padre general

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EL CARISMA DE LA FAMILIA DE BETHARRAM

Desde el principio de la Regla de Vida queda claro que la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús tiene como fundamento una experiencia del Espíritu, una experiencia mística. Como dice el Concilio Vaticano II, como realidad eclesial, la vida consagrada no pertenece a su dimensión jerárquica sino a su vida y santidad (LG). Carisma quiere decir eso precisamente, don de Dios, regalo del Espíritu a su Esposa, la Iglesia. San Miguel era consciente de haber sido elegido por el Espíritu Santo para recibir ese don y el P. Etchecopar da testimonio de de ello.
El Carisma de Betharrram es la forma original de vivir el Evangelio de Jesús que tienen nuestro Padre San Miguel Garicoits y todos los religiosos y laicos a quienes el Espíritu santo se lo ha concedido.
La fuente y el secreto de este don y de esta congregación es la contemplación del impulso generoso del Corazón de Jesús, el Verbo encarnado, expresado en la ofrenda que manifiesta en su “Padre, Aquí estoy”, que tiene una doble orientación:
Hacia el Padre, a quien quiere glorificar y obedecer por amor en una fidelidad absoluta a su voluntad salvífica.
Hacia los hombres, a quienes quiere servir por amor, en una entrega total para que todos tengan vida (Jn. 10,10).
La vocación betharramita consiste en reproducir y manifestar con toda la vida de religiosos el impulso generoso del Corazón de Jesús, el Verbo encarnado, en esa orientación al Padre y a los hombres. Se trata de hacer presente y visible en el mundo de hoy el amor del Corazón de Jesús en su adoración y obediencia al Padre, en su dinamismo misionero, y en su servicio a los hombres, diciendo con él: “Padre, Aquí estoy”.  
El amor es el único motivo escondido en el Corazón de Jesús y que se difunde a lo largo y ancho de este capítulo: el motivo de la su obediencia y de su servicio. ¡Cuánto me has amado, Dios mío…! Por amor más que por otro motivo. El amor es el secreto resorte que hay que descubrir. Es un amor dinámico, un impulso generoso. Es en el Corazón de Jesús donde el Padre ama al Hijo y el Hijo al Padre. Es allí donde Jesús ama a S. Miguel Garicoits, a los betharramitas y a todos los hombres. Unidos al Corazón de Jesús, San Miguel Garicoits, los betharramitas, religiosos y laicos aman al Padre, a Jesús y a los hombres. El P. Etchecopar expresa muy bien lo que tiene que ser el Corazón de Jesús para cada uno de nosotros: “Este corazón abierto proclama de dónde salimos, a quién tenemos que atribuir todo, referir todo y sobre qué fundamento tenemos que afirmar-nos sin cesar para elevarnos más”.
Esa originalidad para vivir hoy el Evangelio de Jesús se expresa en las cuatro dimensiones de la vida de los consagrados:
Espiritualidad: no se trata de prácticas devocionales; es un modo de ser, es la vida según el Espíritu, es el modo de vivir a partir de la experiencia de fe que consiste en sentirse amado por Dios en el Corazón de la persona de Jesús, aunque se tenga conciencia de no merecerlo por ser pecador. Una experiencia de amor inmerecido que da una nueva orientación a nuestra vida
Consagración: es el resultado de esa nueva orientación que hemos dado a la vida a partir de la experiencia de fe del amor de Dios. A Aquel que entregó su vida por nosotros, con quien estamos configurados por el bautismo, le entregamos lo mejor de nosotros mismos con los tres votos de castidad, pobreza y obediencia, que nos hacen partícipes del estilo de vida que Él mismo eligió. (RdV 6)
Fraternidad: El amor cristiano compromete toda nuestra vida y se manifiesta en las relaciones humanas. No hemos sido creados para vivir aislados sino para salir de nosotros mismos y entregarnos a los demás y para aceptar el don que los demás nos hacen de sí mismos para que seamos mejores. Esto es lo que se vive en la comunidad, la fraternidad evangélica: por eso,  las diferencias en vez de ser motivo de división, son motivo de unidad porque todos estamos referidos y unidos al Corazón de Jesús, que es nuestra razón de ser y de actuar. Es en la fraternidad evangélica donde se vive la Palabra del Señor: Como el Padre me amó así los he amado yo, permanezcan en mi amor (Jn.15,9). Esta fraternidad se construye con los sentimientos de humildad, mansedumbre, obediencia, entrega y caridad que caracterizan nuestras relaciones porque son las virtudes del Sagrado Corazón de Jesús.
Misión: esta es la originalidad de la misión betharramita: Su misión consiste en prolongar el acto del Corazón de Jesús, el Verbo Encarnado, que se ofrece a su Padre para cumplir su voluntad de salvación: revelar a los hombres de nuestro tiempo la ternura y la misericordia, el rostro amante de Dios Padre (RdV 9).
No se trata de cuatro vidas, sino de cuatro dimensiones de la única vida de la persona que se relacionan entre sí. La espiritualidad es el fundamento de la consagración, de la fraternidad y de la misión. La consagración es espiritual, fraterna y misionera. La fraternidad es un estilo de vivir la espiritualidad, la consagración y la misión. La misión es tanto más eficaz cuanto más adulta es la espiritualidad, la consagración y la fraternidad. A pesar de ser cuatro las dimensiones, nuestra vida queda unificada porque en ella todo se refiere al impulso generoso del Corazón de Jesús, el Verbo Encarnado. Esta unificación de nuestra vida en torno al amor de Dios manifestado en su Hijo Jesús nos hace ser felices y estar contentos. Conseguir para los demás esa felicidad y esa alegría es el objetivo de la misión. Pero se trata siempre de la misma felicidad que del Corazón del Padre llega al Corazón de Jesús, y de éste al corazón de San Miguel y de los betharramitas, religiosos y laicos, y de ellos al corazón de cada uno los hombres o mujeres que encontramos en nuestro camino.

Gaspar Fernandez,SCJ

 

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nef-etchecopar.jpgEl Padre Auguste Etchécopar escribe... 

A los religiosos de la residencia de Bayonne, noviembre de 1876

Recordemos a menudo la palabra dirigida por el Soberano pontífice a    la Congregación : “La entrega de sus miembros no me extraña ; es lo contrario que me extrañaría ; ¿no son los sacerdotes del Sagrado Corazón ? y el corazón de Jesús es la fuente de la entrega y del amor”.
Ahora bien, esta entrega es el sacrificio continuo y perfecto especial-mente de nuestro interior, de nuestros puntos de vista, de nuestros afectos, voluntades, para conformarlos con el divino Corazón que clama : Discite a me quia mitis sum et humilis corde et invenietis requiem animabus vestris.
(Aprendan de mí… que soy manso y humilde de corazón y encon-    trarán descanso para sus vidas - Mt. 11,28-29).


Testimonio

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EL FIN DEL CARISMA BETHARRAMITA Y SU ESPIRITUALIDAD

Presentamos un texto sacado de una reflexión del Sr. Mario Grugnola, laico betharramita, con el título Los Padres de Bétharram y el carisma betharramita (notas de un laico). Agradeciéndole su aporte y también su colaboración como traductor de la NEF, lo animamos a que continue con su reflexión, en la esperanza de que tambiéen otros laicos sigan por ese camino.

San Miguel Garicoïts vivió su santidad contemplando e imitando el Verbo Encarnado. Al dirigirse al Padre dieciendo “Aquí estoy”, nuestro santo se coloca en el surco del Ecce venio  del Salvador. Las virtudes de la caridad, de la humildad, de la mansedumbre, de la obediencia y de la entrega son las que él percibió como encarnadas en el Sagrado Corazón de Jesús.
Caridad, quiere decir amor. “Aquí estoy sin demora, sin reserva, sin vuelta atrás, por amor”,  son palabras de San Miguel que expresan el concepto del amor de Dios, tema frecuente en sus meditaciones y conversaciones: Dios ama también a los que no lo aman, porque Dios no puede no amar.
Jesús encarnánmdose, se humilló. Era Dios pero, hecho hombre, se anonadó a sí mismo delante de Dios: “Vaciado de sí mismo, reducido a nada y escondido, Jesús no se hace notar ni se regocija en su naturaleza divina y renuncia a los privilegios que vienen de ella (...) haciéndose siervo e inclusive, víctima” (ver: P. Gaspar Fernández Pérez, Jesús anonadado y obediente, Nef Setiembre de 2011).
Jesíus es obediente. En el Monte de los Olivos reza de rodillas al Padre: “... no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42). El Sagrado Corazón manifestó su amor al Padre obedeciendo en todo. “Consagtró el primer acto de la propia libertad, escribió San Miguel, para hacer la voluntad del Padre y se hizo obediente hasta la muerte en cruz. Todo se resume en una palabra: Aquí estoy”. La obediencia a Dios es consecuencia del amor que se le tiene.
La entrega es lo que mejor define el Aquí estoy de San Miguel. “Estamos siempre listos para volar adonde la obediencia nos llama”, deseando la acción, con celo, pero sobretodo con amor. Si en neustro Aquí estoy falta el amor, la entrega se vuelve un ejercicio estéril: “nunca haremos lo suficiente para Dios. Él amó tanto al mundo que le dio a su propio Hijo. Este pensamiento tiene que inspirarnos para una incesante generosidad a su gloria y a su servicio”.
Muchas veces las circunstancias nos permitirían decir Aquí estoy. Por un motivo o por otro, no siempre logramos pronunciarlo en relación con nuestra familia y con nuestro prójimo, en los encuentros, en la vida cotidiana, en el lugar de trabajo.
El Aquí estoy  de San Miguel, el Aquí estoy betharramita, no tiene que ser entendido por nosotros como el anuncio de nuestra disponibilidad. Antes que eso, nuestro personal Ecce venio, es la invocación para que Jesús nos tome de la mano y nos ayude a entender y a obrar en consecuencia. La oración hará el resto.

Mario Grugnola (laico italiano)

 

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BANGKOK - MADRID: 14.000 Km PARA UN ENCUENTRO ESPECIAL

Desde el 17 al 21 de agosto pasado, el Hno. Andrew Athit Niyomtham ha conducido con el P. Peter Phairot una delegación de jóvenes tailandeses a la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid.
Además de una reflexión sobre el tema principal de este encuentro, el Hno. Athit nos comunica en su testimonio el entusiasmo de los nuevos "embajadores" de la alegría.

Era la primera vez que participaba en un evento tan grandioso como la Jornada Mundial de la Juventud. No me olvidaré en mi vida de semejante experiencia. Vinieron millones de jóvenes de todo el mundo para participar de este acontecimiento. Esto suscitó en mí una pregunta ¿tengo yo una fe tan grande como la de estos jóvenes? ¡Quede impresionado de veras!
Quiero compartir algunas reflexiones sobre el tema de esta jornada, especialmente la expresión “firmes en la fe”, tal como suena en español. Eran parte del himno de la Jornada y se escuchaban seguido. Esta Jornada ha profundizado de veras la dimensión espiritual de mi fe. He visto cómo millones de jóvenes manifestaban su fe de varias maneras, con el canto, con el baile y con la meditación. Eso me lleva a considerar la fe en Cristo en mi vida pasada y me desafía a profundizar esta fe en mi vida religiosa. Para ser firme y fuerte en la fe, estoy llamado a encontrar a Jesús en mi vida y en la de los demás. Una vez encontrado puedo decirle a Jesús como los apóstoles: “sé que eres el Cristo, el Hijo de Dios, que ha entregado la vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad dejándome guiar por tu Palabra”.
Nuestra fe se manifiesta en tres ámbitos diferentes. El primero es la fe en Cristo. El segundo la fe en el Papa, que es el representante de Cristo en la tierra. El tercero es la tradición de nuestra fe. Si tenemos coraje para mantener firmes estos tres aspectos, me parece que nuestra fe cristiana no decaerá. Quiero cerrar mi testimonio con las palabras que escuché y que trataré de referir de modo correcto: “Esta es la juventud del Papa”. Cuando comprendí el significado de esas palabras me di cuenta de que cuando nos referimos al Papa, nos estamos refiriendo también a Cristo, cuando escuchamos las enseñanzas del Papa, escuchamos las enseñanzas de Cristo.
Gracias a todos los que hicieron posible esta experiencia mía de fe. Gracias de corazón.

Hno. Andrew Athit Niyomtham, SCJ



5 minutos con...

Roberto Beretta

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Hemos dirigido algunas preguntas a Roberto Beretta, periodista del cotidiano italiano "Avvenire", que vives con su familia en la parroquia del Sagrado Corazón (diócesis de Milán), tenida por los Betharramitas.  
Crecido en la misma parroquia, y educado en nuestras escuelas, es desde hace muchos años un miembro muy activo de los laicos betharramitas italianos y desde hace 7 años es director de la revista del Vicariato de Italia, "Presencia Betharramita."

Nef: Durante los años de tu formación, ¿cuál fue el aspecto de la espiritualidad de San Miguel que te fascinó y que aún ahora te mantiene vinculado a los Betharra-mitas?
-  Pasé 9 años a la escuela de los betharramitas y creo que, en esa época, el aspecto que más me gustaba era la gran familiaridad que se respiraba en las casas betharra-mitas. Nada de formalismo, mucha libertad, una gran flexibilidad para pasar del estudio al trabajo manual, al deporte; una relación con la autoridad no represiva sino, justamente, “familiar”... Tal vez sea eso lo que San Miguel quería decir cuando hablaba del “camp volant”. No sé. Hoy en día, lo que me intriga de los betharramitas, más allá de la carga afectiva que siento por ellos, es que, justamente por esa flexibilidad y, tal vez, también por las dimensiones reducidas de la Congregación, podrían ser más libres que otras instituciones eclesiales asumiendo “experimentos avanzados” de pastoral y de espiritualidad.  Claro que están en crisis las vocaciones como en muchos institutos religiosos; pero creo que con un poco más de coraje en arriesgar en nuevos caminos, podrían ganar también en este sentido.

En tu actividad de periodista y escritor, eres conocido por tu incisividad al estigmatizar la “llagas” de la Iglesia de hoy, particularmente el “clericalismo” . ¿Puedes explicar el sentido de estas intervenciones tuyas?
- Los motivos de mi “polémica anticlerical” en la Iglesia son varios. Hablo sólo de dos. El primero es mi experiencia personal: a lo largo de 50 años de vida muy “católica” la mitad de los cuales los pasé como periodista en ambientes eclesiales, fui testigo de algunos aspectos de la Iglesia que, claramente no me gustan y considero que es mi deber denunciarlos para que, eventualmente, cambien para mejor. El segundo motivo es que en la Iglesia italiana no estamos acostumbrados a tener una opinión pública, o sea a discutir libremente nuestros problemas y también nuestros defectos o errores, a hacer que convivan (dentro de los límites de lo lícito) opiniones diferentes; el párroco o el obispo no pueden ser nunca “cuestionados”, inclusive cuando toman opciones equivocadas. El resultado es que ... en las sacristías o en las puertas de las iglesias se “chusmea” mucho, pero nadie tiene realmente el coraje de decir lo que piensa, especialmente delante de los superiores. Y si eso no lo hace un periodista católico, ¿quién lo va a hacer? ¿Tenemos que esperar siempre que llegue la denuncia de algún periódico “laico”, para después decir que se trata de algún “ataque a la Iglesia”?

Desde hace 7 años eres director de la revista del Vicariato de Italia, “Presencia betharramita”; ¿de qué manera este precioso instrumento puede contribuir al conocimiento y a la estima recíproca entre religiosos y laicos betharramitas en Italia?
- ¿Ya pasaron 7 años? No creía que eran tantos. Agradezco de verdad a los betharramitas que me dieron este encargo de confianza, dejandome una libertad casi completa, aún cuando publico mis discursos un poco polémicos sobre el clericalismo... Creo mucho en este instrumento, porque puede hacer circular, además de información sobre la vida de la familia betharramita, también el espíritu de cariño, de calor y de cercanía que hay en relación a la congragación de San Miguel y que no siempre encuentra canales de expresión. Por otro lado, descubrí desde hace tiempo que en las historia y en la experiencia de los betharramitas del pasado y del presente, hay hermosos tesoros, sorprendentes también desde el punto de vista de un laico, que merecen ser conocidos. Y, sin embargo casi nadie los conoce; por eso, lo digo sin falsa modestia, hace falta un “profesional” con el ojo capaz de descubrir donde está la “noticia”.

Después de la cuarta fiesta nacional de los Laicos Betharramitas realizada en Lissone, ¿Cuáles son las iniciativas para relanzar su presencia en Italia?
-Los laicos betharramitas, en Italia, son todavía una especie de “objeto misterioso”, aunque en los ya 10 años de actividad, las experiencias se acumularon y algunos pasos fueron dados. Por ejemplo, en muchas parroquias dirigidas por betharramitas se creó un pequeño grupo de personas que comienzan a creer en esta realidad, se entusiasmaron con ella y se han vuelto motores de la difusión del laicado betharramita hacia otros laicos (y, a veces, también hacia las comunidades de los religiosos).
Pero, la paradoja es que nos dimos cuenta que en los dos sectores en los que los laicos son más activos en cuanto a trabajo con los betharramitas italianos (me regfiero a la Casa-familia para enfermos de sida, de Monteporzio y a los voluntarios que colaboran con las misiones de África Central) este mensaje no llegó; por eso, pensamos encargar de nuestro próximo encuentro a los laicos de las misiones betharramitas. Pero, mientras tanto, queremos también convidar a algunos fines de semana de espiritua-lidad inspirados en San Miguel o, inclusive a algún curso de ejercicios epsirituales para laicos, parejas, familias.

A partir de tu experiencia profesional, ¿cuál es el mensaje que quieres dirigir a los laicos betharramitas de todo el mundo?
- Tal vez lo que era el título de la útlima fiesta en Lissone: “Yo tengo valor”. A menudo, nosotros, laicos católicos, tal vez por falsa humildad pero también por cómoda pereza, tendemos a borrarnos de nuestros deberes en la Iglesia, con el pretexto de que no estamos preparados, que no tenemos tiempo, que hay cosas que es mejor que las hagan los sacerdotes... No es así; como bautizados laicos, tenemos la misma dignidad que el clero y tenemos que encontrar (estaba a punto de decir “reivindicar”; a veces hay que hacer también eso) nuestro espacio en la comunidad. Un espacio que es mucho más amplio y profundo que el que normalmente se les reserva.



In memoriam

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HERMANO ENRIQUE (Henri) CHA

Aspin 12 de noviembre de 1920 - Montevideo 15 de setiembre de 2011.

“Effacé”, “Devoué”: Estas actitudes que S. Miguel pedía en sus cartas a muchos a quienes aconsejaba, se vieron reflejadas en la vida del Hno. Enrique que viene de despedirse de nuestra comunidad de Montevideo.
Su camino betharramita comienza a gestarse el 11 de febrero de 1938 cuando Enrique pronuncia sus primeros votos en Balarin. Ese mismo año parte hacia el Río de la Plata e inicia su labor de secretario en el colegio S. José.
En la Basílica del Sagrado Corazón de Barracas el 11 de febrero de 1944 se entrega a perpetuidad a la vida religiosa emitiendo sus votos perpetuos.
12 años desempeñó el cargo de secretario en La Plata, antes de trasladarse al Colegio Sagrado Corazón de Rosario, donde permaneció los años 50 y 51.
Por último, el Colegio Inmaculada Concepción de Montevideo lo recibe en el año 52. Allí continúa su labor de secretario junto a otras actividades hasta que la enfermedad, más un accidente doméstico, año 2008, le impiden toda actividad.

P. Enrique Gavel, SCJ

Al hermano Enrique lo conocí un primero de abril de 1977, cuando me trasladé de Buenos Aires a Montevideo. Flaco, alto como yo, serio, silencioso. No recuerdo si durante la cena de ese primer día uruguayo pronunció una sola palabra.
Estuve viviendo con él muchos años.
Ocupaba sus días como secretario en el colegio Inmaculada Concepción. Trabajaba con el lápiz, siempre detrás de unas hojas que debía llenar de números, de nombres, de juicios. Lo ocultaba detrás del escritorio una máquina de escribir de carretel grande y antigua. Creo que haya sido su mejor compañera.
Era un hombre reservado. Pero tenía un corazón grande. Tres los amores:
Primero los ex alumnos: los conservaba en su memoria, subrayaba sus nombres cuando aparecían en los diarios, lograba conocer, no sé como, porque nunca salía del colegio,  algo de sus vidas.
Segundo los partidos de futbol en el patio. No faltaba nunca. Tampoco tenía muchas cosas para hacer en secretaría. Los seguía con sumo interés. Los miraba sin expresar ningún sentimiento, pero le dolía cuando el equipo del cole perdía el partido. Hasta los seguía fuera del país, en las competencias interprovinciales betharra-mitas.
Tercero, y a escondida, los pobres. Los recibía en la puerta de la comunidad. No quería ser visto. Pero, ¿cómo se puede no ver la vela encendida sobre la mesa? Siempre tenía algo para dar.
Amaba también la naturaleza. Su mundo, en el centro de la ciudad, se reducía a algunas macetas de flores y a las palomas. A estas últimas las alimentaba con el pan que sobraba en la mesa del día anterior. Cuando, por su edad avanzada, se le hacía difícil llegar hasta el patio, las palomas memoriosas seguían esperándolo.
El hermano era de la vieja escuela. Preciso en los horarios, con paciencia y sin rezongos nos esperaba para la oración comunitaria
Tuvo la gran virtud de no criticar a nadie.
Amaba la congregación. Leía todo folleto que pasara por sus manos. En los últimos años, encerrado en su pieza, le gustaba escuchar a los que lo visitaban y le hablaban de los cambios: primero del proyecto de la regionalización y después de su actualización.
Recuerdo el día que le dije: “¿No te gustaría hablar con el P. Gaspar y verlo en el televisor?”  No podía creerlo. Y cuando lo vio por Internet se asombró tanto que solo pudo saludar.
Y se fue el hermano, en silencio, sin decir nada, fiel a como había vivido, pobre de palabras, pero rico de nombres.

P. Giancarlo Monzani, SCJ


 

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9. LA BEATIFICACIÓN DE LA HERMANA MIRIAM 

La misa pontifical del 13 de noviembre de 1983 fue celebrada en San Pedro de Roma por el Papa Juan Pablo II. En el altar, lo acompañaban el Patriarca Beltritti, el Cardenal carmelita de Turín, Ballestrero, el Patriarca melkita Maximos V Hakim, el Superior General de los carmelitas, el Rvmo. P. Baranda y el Superior General de Betharram, el Rvmo. P. Grech. Para todos, ¡qué alegría ver a la Hna. Miriam, “la pequeña nada” en la famosa gloria del Bernini!
Entre el Kyrie y el Gloria, a pedido solemne del Patriarca latino de que “se inscribiera en el numero de los Beatos, la Sierva de Dios María de Jesús Crucificado Baouardy”, el Papa respondió: “Habiendo escuchado la opinión de la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos, declaramos, con nuestra Autoridad Apostólica, que la Venerable Sierva de Dios María de Jesús Crucificado puede de ahora en adelante ser llamada Beata y que su fiesta podrá celebrarse cada año el 26 de agosto, día de su nacimiento al Cielo”.
Después de haberse alegrado porque la beatificación de la Hna. Miriam acontecía en el Jubileo extraordinario de la Redención, Juan Pablo II pronunció la homilía de la cual citamos algunas frases: “La hna. Miriam de Jesús Crucificado fue a Cristo tomando sobre ella su yugo, aprendiendo del Señor que es suave y humilde de corazón y encontrando alivio para su alma. Todo esto, viene del amor. La santidad se apoya, en primer lugar, sobre el amor, es su fruto maduro… El amor de la hna. Miriam de Jesús Crucificado por Cristo fue fuerte como la muerte; las pruebas más dolorosas no lo apagaron, al contrario, lo purificaron y lo fortalecieron. Y ella dio todo por este amor.
Toda la vida de la pequeña árabe, colmada de dones místicos extraordinarios, fue a la luz del Espíritu Santo, la respuesta consciente, irrevocable al llamado a la santidad… Toda su vida es fruto de esa suprema sabiduría evangélica, con la que Dios se complace en enriquecer a los pobres y a los humildes, para confundir a los poderosos. Dotada de una absoluta limpidez de alma, de una gran inteligencia natural y de la imaginación poética propia de los pueblos semitas, la pequeña Miriam no tuvo la posibilidad de cursar estudios. Pero eso no le impidió, gracias a sus eminentes virtudes, llenarse de ese conocimiento superior que llevó a Cristo a morir en la cruz: el conocimiento del misterio trinitario, tan importante en la espiritualidad cristiana oriental, en la que la pequeña árabe había sido educada…
La hna. Miriam de Jesús Crucificado pertenece al Oriente. De alguna manera, es su representante. Es como un don hecho a la Iglesia Universal por los que, en condiciones de lucha, acaban derramando su sangre. Hoy especialmente, éstos recurren a su fraterna intercesión con la esperanza de que, gracias a las oraciones de Sierva de Dios, se restablezca por fin la paz y la concordia allí donde “el Verbo se hizo carne, él mismo es nuestra paz” (Jn 1,14)…
Las amenazas actuales nos urgen a hacer del amor y de la fraternidad la ley fundamental de las relaciones sociales e internacionales, en un espíritu de reconciliación y de perdón. Tenemos que inspirarnos en el estilo de vida del cual la Beata María de Jesús Crucificado es un ejemplo, no sólo para su país, sino para el mundo entero. Ojalá este nuevo estilo de vida nos consiga la paz, no fundada sobre el terror sino sobre una confianza recíproca”.

Pierre Médebielle, SCJ
Jérusalem (1983, pp. 201-239)

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