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14/12/2010

Noticias en Familia - 14 de enero de 2011

Sumario

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La palabra del Padre General

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Tengan siempre ante los ojos…

Tengan siempre ante los ojos: en primer lugar a Dios y su adorable voluntad, luego nuestra forma de vida, que expresa tan bien esa voluntad divina para cada uno de nosotros. Esfuércense con todas sus fuerzas por tender a ese fin, en la medida de la gracia recibida y de la posición que tenga cada uno, abrazando con una caridad inmensa todo el alcance  de la gracia y de la posición, y respetando al mismo tiempo los límites de una y otra, con una delicadeza virginal DS 89-90).

Estas palabras de San Miguel Garicoits son claras y firmes para expresar la belleza de la vocación de un consagrado, de alguien que ha decidido vivir con radicalidad en el seguimiento de Cristo su condición de creatura re-ligada, dependiente, consciente de que todo lo que es, tiene y vive es un don de Dios. La prioridad de Dios en nuestra vida como lo único necesario, es nuestra razón de ser. Dios, su santa voluntad, nuestra forma de vida, la gracia, la posición…
Nuestro Dios es el Dios de Jesucristo. Un Dios-Amor, que en la diversidad de las tres personas realiza la comunión en el amor.  Un Dios-Amor que es Padre y ama hasta tal punto la humanidad que envía a su Hijo quien, hecho hombre en el seno de la Virgen María, en obediencia al Padre, pasa por el mundo haciendo el bien, para salvar a los hombres entrega su vida en la Cruz y el Padre lo resucita para manifestar su fidelidad a las promesas y aceptar su ofrenda por amor a los hombres. Un Dios Amor que sigue presente entre los hombres por medio del Espíritu de amor santificando a los discípulos de su Hijo predilecto Jesús y continuando su misión en la Iglesia para hacer un mundo nuevo.
Ser Religiosos del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram es mucho más que rezar solos o juntos, es mucho más que realizar muchas y grandes actividades pastorales, es mucho más que tener unas devociones determinadas. Vivir como Religioso de Betharram es sentirse y manifestarse en permanente comunión con Dios en la oración, en las circunstancias de la posición, en la relación con los hermanos de comunidad, en los encuentros misioneros con los hombres y las mujeres que Dios nos ha confiado en la misión, en las actividades pastorales que tienen como finalidad descubrir la actuación de Dios entre los hombres y anunciarles su amor manifestado en la persona de Jesús.
La experiencia teologal de nuestra vida consiste en que por profesión pública, nosotros hemos elegido libremente que Dios sea lo único necesario. Hemos conocido el amor que Dios nos tiene, hemos creído en él y hemos respondido a su amor consagrándole nuestra vida: viviendo para él, viendo en todo su presencia amorosa, con los criterios que nos da el Evangelio y cargando la cruz de cada día como él nos enseñó. Y además dedicando nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestras personas a sus cosas, a su proyecto de salvación, al Reino, para en todo amar y servir a su divina majestad [EE. 233]. El religioso es aquel que armó su proyecto de vida sobre el Primer Mandamiento: Amarás al Señor , tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Dt. 6,5). Este es el más grande y primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mt. 22,39-39).
La conciencia teologal de nuestra vida trae como consecuencia un estilo de vida caracterizado por las virtudes cristianas que manifiestan nuestra filiación divina. Humildad, obediencia, confianza en la Providencia, alabanza, adoración, reverencia, gratitud, dedicación y servicio a él y a sus proyectos, búsqueda de la verdad, escucha de su Palabra, oración, prudencia, conocimiento de su voluntad en los acontecimientos que nos toca vivir en la posición… expresiones todas del espíritu filial que vienen de la certeza de saber que soy un hijo porque he recibido todo del Padre: Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo (Lc. 15, 31).
La conciencia teologal de nuestra vida trae también como consecuencia un estilo de vida caracterizado por la fraternidad, la conciencia de ser hermano de todos los hombres a los que se considera que son como nosotros hijos de Dios y hermanos de Jesucristo que, al hacerse hombre, quedó unido con todo ser humano. También aquí se dan las virtudes cristianas: no creerse superior a los demás, no actuar para competir, escucha, respeto, tolerancia, mansedumbre, castidad, entrega, servicio, justicia, compasión con el que sufre, defensa del humillado, perdón.
La conciencia teologal de nuestra vida implica también vivir nuestra soberanía frente a las cosas, que Dios ha creado y nos ha confiado. Eso se muestra en nuestra vida en un uso responsable de los bienes de este mundo en tanto en cuanto nos ayudan a ser hijos de Dios y hermanos de los hombres, sin dejarnos seducir por ellos. Sin buscar gratificación en todo y ni dejarnos vencer por las humillaciones, persecuciones y todo tipo de sufrimientos, buscando en todos los acontecimientos el rostro de Dios, su presencia en nuestra vida y cumpliendo siempre su voluntad, en las situaciones favorables como en las adversas. Esto se manifiesta en las virtudes del dominio de sí, la negación de sí mismo, la templanza, la pobreza, la limosna, el ayuno, un estilo sencillo de vida, la fortaleza.
!Qué bueno sería que cada betharrramita, desde el lugar donde se encuentre, pueda dinamizar su identidad de consagrado al comienzo de este  año para que las abundantes gracias que el Señor derramará sobre nosotros con motivo del Capítulo general nos colmen de alegría y felicidad!

Gaspar Fernández Pérez,SCJ


nef-etchecopar.jpgEl Padre Augusto Etchecopar escribe...
a su hermana Magdalena, 5 de enero de 1895

Muy querida hermana,
que la estrella de la Fe nos guíe, como a los Reyes Magos; que la Santa Esperanza sostenga y fortalezca nuestros pasos;  que el Amor nos una al Dios de amor, al Inmenso, al Eterno que se hizo pequeño y niño de un día en un Pesebre por amor y para capturar nuestro amor.
“Nos da su ley, se da él mismo. Por tantos bienes, manda que lo amemos. ¡Oh sublime, oh hermosa ley ! Cuanta razón, qué dulzura extrema, que compromete a ese Dios, su amor y su fe”.
Estos son mis deseos de felices fiestas por tu bondad y tu ternura, por todo lo que debo a los que me ayudan en el Señor…
Gracias por tu carta. Me llega en el momento en que todo está patas para arriba por las visitas del primero del año. Recibí a los nuestros en mi cuarto, dando a cada uno, según la costumbre, un poñado de caramelos. Renuncié a ir al Colegio, a causa de la nieve; pero los alumnos vinieron aquí, unos 80, y en nuestra sala de comunidad, al lado de un buen fuego me expresaron y cantaron sus felicitaciones.


"De dioses y hombres"

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¿Y si fuéramos al cine? 

Le pasa a cualquiera tener tiempo libre y hay mil maneras para ocuparlo. Ir al cine, a veces, es una ocasión para pasar una linda tarde en compañía. De la visión de una película puede surgir el estímulo para una revisión de la vida comunitaria... Y ¿si fuéramos al cine a ver “De dioses y de hombres”?
Al estilo de “El gran silencio” de Philip Gröning, película documental en la que el tiempo cinematográfico es el vivido cuotidianamente por los monjes cartujos, esta película retoma los dramáticos acontecimientos de los religiosos capturados y asesinados en Tibhirine, en las montañas del Atlas, en Argelia, en marzo de 1996.
Seguro de que iba a ver la puesta en escena de los acontecimientos vinculados con la compleja investigación judicial todavía en curso, descubrí la vida monástica de los protagonistas, sumergidos en la naturaleza, entre trabajo, oración, cantos, comidas y compromiso con el prójimo. No es un thriller político a partir de una intriga internacional, ni propone a los protagonistas como mártires que se puedan instrumentalizar. Acostumbrado a la velocidad, efectos especiales y ruidos ensordecedores, me encontré frente a un mundo hecho de lentitud, contemplación y poblado por personas con capacidad de amor y de comprensión extraordinaria, preparados para el extremo sacrificio con tal de dedicar su vida a los demás.
Aquí encontré las líneas que definen al monje trapense: ”el monje cisterciense no vive solo, sino que se une con otros hermanos para buscar juntos a Dios, en una comunidad, bajo la guía de un abad. En esta búsqueda de Dios, la vida fraterna tiene un rol primario como escuela de caridad, en la que personas unidas por un mismo deseo se intercambian ayuda y consuelo. Ella permite, además, una progresiva toma de conciencia de las propias debilidades y límites. Esperimentando las miserias propias en la misericordia de Dios, el monje es gradualmente llevado por un camino de humildad y de comprensión hacia los hermanos. Al mismo tiempo, la paciencia de los hermanos para con él le hace tocar algo de la ternura de Dios. (...) En la comunidad, el monje vive en la fidelidad y en la perseverancia hasta la muerte. Busca la unidad con el abad y con los hermanos en la obediencia recíproca, en la corresponsabilidad, en el diálogo, en la verdadera libertad y en la disponibilidad para una auténtica amistad” (De la pág. www.trapenses.org).
Tengo que admitir, sin embargo, que no se trata de una película fácil; al espectador se le exige una atención constante tanto visiva como auditiva, por dos horas. Intensos diálogos, enfoques estudiados, refinadas elecciones musicales, la película comunica con todos los medios a disposición del cine. Describe un recorrido espiritual, la aventura y el esfuerzo de la búsqueda de sí mismo; es interesante descubrir que a la vida diurna del convento, marcada por la secuencia rigurosa de los actos comunitarios, corresponde una vida nocturna  muy agitada, en la que estallan las angustias, la duda, la súplica.
Una película que impulsa a meditar, a buscar, a enfocar verdades entrevistas en lo cotidiano aparatoso. Una película que ofrece la ocasión para un diálogo en comunidad sobre cómo cada uno organiza su vida junto a los hermanos. Una película que  nos permite profundizar nuestras convicciones sobre la autoridad, el servicio, la vida de oración, la libertad para expresar sus propias ideas en el respeto de las de los demás. Una película que relata la búsqueda de Dios, relata el diálogo entre las religiones, relata el tema del martirio, relata el amor que se hace vida. Una película que habla de la humanidad, también frágil de los monjes, de sus discusiones sobre el quedarse o el partir, sobre el sentido de la autoridad, de sus biografías que emergen como piezas de un gran rompecabezas en el diálogo entre ellos, a medida que la decisión de permanecer fieles a su propia vocación en tierra musulmana se vuelve cada vez más clara y convencida.
Vi la Película y estoy tratando todavía de decifrarla. Película lenta y rica en paisajes inclusive humanos. Frente a la serie de imagenes y acontecimientos, me encontré razonando sobre lo que significa creer en Dios, lo que significa ser religiosos, qué quiere decir poner su vida al servicio del prójimo, sobre la vocación que parece dudar frente a la crueldad de la vida, pero que, al mismo tiempo, trae de vuelta dentro de los carriles y empuja el pensamiento; sólo después de una madura reflexión se puede decidir continuar y caminar en una única dirección, decidir seguir adelante, encontrar al otro.
Me encontré con una visión crítica de la espiritualidad que lleva a tomar opciones, solo aparentemente inconcientes, una espiritualidad que lleva a ser pluralistas. Espiritualidad que lleva también a morir, a morir para encontrar al otro. Aquí se habla de comunión, de andar con el otro, aunque sea diferente,, igual y hermano, también en la muerte, aunque nos lleve al martirio (es la escena final). La muerte toma un carácter sagrado y todo se hace uno: los monjes, el nonasterio, el poblado, los soldados. Todo se junta en un final trágico, y al mismo tiempo extraordinario.
Los trechos del testamento espiritual del prior, padre Christian de Chergé, los versículos de los salmos citados, algunas tomas de la liturgia, dan testimono de una búsqueda espiritual profunda, vivida en lo cotidiano simple y pobre.
Es una vida pobre, pero rica en humanidad, bien representada por la figura del hno. Lucas, el médico que cita a Pascal (“No se hace nunca el mal tan plenamente ni tan alegremente como cuando se hace por conciencia”), y en cuya celda no por casualidad se ve una reproducción de la flagelación de Cristo de Caravaggio y que en la (última) cena antes del secuestro ofrece a los hermanos el mejor vino (cáliz) y las notas conmovedoras del “Lago de los Cisnes” de Tchaikovsky.
Al llegar los títulos finales, la maravilla de ver que las personas en la sala,de pie, esperaban que terminara la banda sonora. Fuera de la sala, mientras caminaba hacia mi casa, escuché el comentario de una señora que me llamó la atención: “el director supo humanizar la figura de los monjes”. Pero... ¿Estamos tan fuera del mundo? Hay, creo yo, material suficiente para relfexionar sobre “nuestro” modo de vivir “nuestra humanidad”, “nuestra caridad” y “nuestra vida en común”.

Angelo Riva,SCJ

FICHA DE LA PELÍCULA

« De dioses y hombres »
Fecha de salida: 8 septiembre 2010
Dirección: Xavier Beauvois
Con Lambert Wilson, Michael Lonsdale, Olivier Rabourdin,...
Largo metraje francés Género : Drama
Duración: 02h00min

Sinopsis:
Un monasterio encaramado en las montañas del Maghreb, en los años 1990.
Ocho monjes cristianos franceses viven en armonía con sus hermanos musulmanes...
Un equipo de trabajadores estranjeros es exterminado por un grupo islamista. El teror se instala en la región. El ejército propone a los monjes una protección, pero estos la rechazan. ¿Tienen que irse? Aunque las amenazas aumentan cada vez más, la decisión de los monjes de quedarse sea como sea se va concretando día a día...

La película se inspira libremente en la vida de los Monjes Cistercienses de Tibhirine en Argelia desde 1993 hasta su desaparición en 1996.


Preparación espiritual del Capítulo general

Georges de La Tour - Natividad (1645)
  

LA ENCARNACIÓN : DIOS EN LA DEBILIDAD HUMANA
1. Belén, "la pequeña" (Miqueas 5, 1)

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El Todopoderoso quiso compartir nuestra debilidad asumiendo la condición humana: éste es el misterio maravilloso de la Encarnación, centro de nuestra espiritualidad. El carisma de Betharram, el “Ecce Venio del Corazón de Jesús” es un tesoro incomparable ; nos es dado, pero lo llevamos en “vasos de arcilla”.
Éste es el primero de cuatro encuentros mensuales : nos prepararán espiritualmente al Capítulo General de Belén (14-31 de mayo) por medio del retiro predicado en Adiapodoumé, en diciembre pasado.

Belén no era desconocido en el Antiguo Testamento, pero su importancia era relativa inclusive a causa de su posición geográfica, a 12 kilómetros de Jerusalén. Hay un contraste explícito entre la grande y orgullosa Jerusalén y el humilde poblado de Belén, en la entrada del desierto. Al profeta Miqueas le gustaba subrayar que era en la pequeñez, la debilidad que el poder de Dios se manifestaba, Esta profecía era bien conocida en el pueblo judío ; la prueba que, en el episodio de los Magos (Mt 2,6), Mateo nos dice que los escribas citaron al rey Herodes la frase de Miqueas para indicar la ruta a los Magos hacia Belén. Pero, ¿quién se acordaba que Jesús había nacido en Belén ? Para sus contemporáneos, él era el Nazareno.
Cuando Dios interviene en el mundo, no pasa por los centros de influencia importantes sino por pueblitos sin importancia. Dios quiere desconcertar la historia de los hombres a partir de lo que no tiene importancia a sus ojos. Por otro lado, ¿no es extraordinario que Dios haya dado esta lección a Samuel, en Belén: “No consideres su apariencia ni su estatura; los hombres ven lo que salta a los ojos, pero el Señor ve en los corazones” (I Sam 16,7)?
¡En Belén, fue en un establo, un refugio para animales, que el Hijo de Dios nació! San Miguel Garicoits se sorprendió de este rebajamiento querido: “El Verbo Encarnado, es un Dios anonadado y entregado. Desde el seno de su Padre al seno de María, ¡qué paso! Al dejar ese cielo animado, va al lugar más despreciable, más desagradable del mundo, a un establo”. Y todo esto acontece de noche, como si Dios quisiera nacer en la más grande discreción, sin exterioridad. Cuando nació el niño, María no fue testigo de una lluvia de estrellas ni de cantos que hacen correr a magos y pastores. Su felicidad, ella la descubre en la penumbra de un establo. La abriga, la acuesta y la vigila. Sería inútil buscar en esta escena íntima, el menor signo celestial, como el que advierte al mundo alrededor…
En el Magnificat, María proclama la acción salvífica de Dios que la alcanza, en primer lugar porque es la “humilde esclava del Señor que dispersa a los hombres de corazón soberbio” (Lc 1, 48-52).
Belén fue siempre considerado también, una Buena Noticia de la que fueron informados algunos pastores, pequeños, gente sin importancia; viven apartados del pueblo, al lado de los rebaños y, por lo tanto, no pueden siempre ser fieles a las reglas de la religión judía. Si Dios se hace humilde y pobre, es para que los más despreciados, los marginados no le tengan miedo y puedan acceder, con toda sencillez a él; sólo los pastores pueden encontrarse a gusto frente a un niño acostado en un pesebre, es su cuadro cotidiano. La humildad de Dios puede permitir esa fraternidad entre los hombres, entre pequeños y grandes. Los pastores “eran gente mal vista en Israel porque vivían al margen de la comunidad practicante. Son pequeños y pobres”. Son los primeros testigos en Belén. Con los pastores se da la ilustración perfecta de lo que Jesús proclamará: “Te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y a los inteligentes y la revelaste a los pequeños” (Mt 11,25). sigue

Laurent Bacho,SCJ
extraído del  retiro a la Fraternidad Nè Mè l 18/12/2010


Argentina; Misión de verano 

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Lograr para los demás la misma Felicidad

Desde hace más de veinticinco años, los betharramitas de Argentina y Uruguay –laicos y religiosos– nos hemos sentido llamados a renovar nuestro compromiso misionero, yendo más allá de las fronteras de las obras propias, asumiendo un trabajo de evangelización en diversas localidades del Noroeste de Argentina y en Bolivia. Esta renovación del espíritu misionero es uno de los diversos frutos que maduraron gracias al regreso a las fuentes de nuestro carisma: Betharram nació pobre, humilde, y misionero.
Se ha venido forjando, desde entonces, una verdadera tradición misionera. Ha sido trascendental el aporte de la Colamibe (Comunidad de Laicos Misioneros Betharramitas), cuyos rostros más significativos los encontramos en el matrimonio Barreiro-Flores. La animación misionera cobró gran enver-gadura con la animación de los provinciales PP. Chivite, Ierullo, y Fernández Pérez, y ha sido sostenida de manera incansable con el trabajo generoso del P. Gouarnalusse.
Hoy nos toca asumir la tarea de continuar gestando vida desde la misión, desde el interior mismo de esta gran tradición misionera. Para este año en particular hemos querido proponer como lema, como idea guía de la animación misionera la frase de San Miguel: “lograr para los demás la misma felicidad”. Esta frase está tomada del texto fundante para nosotros los betharramitas (el Manifiesto de S. Miguel Garicoïts escrito en 1838), y echa luz sobre lo que tiene que ser para nosotros la misión. La tarea de la Evangelización es comunicar la misma felicidad que encontramos al haber hecho experiencia del Dios Amor en nuestras vidas, en nuestra historia. Es poder decir “nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído el Él” (1 Jn. 4,16) y lanzarse a la aventura de comunicar el Amor de Dios más allá de todas las fronteras.
Es la misma experiencia que tuvo San Miguel y sus primeros compañeros hace más de 150 años, cuando acudieron sin demora al clamor de tantos hermanos suyos que necesitaban misioneros y educadores en estas inmensas pampas. Es la misma experiencia de tantos betharramitas, de los que cada uno de nosotros puede hacer memoria, que dejaron todo para seguir a Jesús y consagrar sus vidas a lograr para los demás la misma felicidad que ellos encontraban en el encuentro vivificador con el Resucitado. Es la misma experiencia que queremos continuar nosotros, haciendo resonar en nuestros corazones el llamado de Jesús “Vayan y anuncien” (Mt 28, 19).
Por último, la misión en nuestras tierras latinoamericanas, tiene un matiz particular: desde hace décadas se ha propuesto la Iglesia hacer una opción preferencial por los pobres. Hoy nosotros asumimos esa opción, y tratamos de descubrir el rostro de Cristo en tantos hermanos nuestros que salen a nuestro encuentro: campesinos despojados de sus tierras, tantos hermanos nuestros que padecen mal de Chagas, insuficiencia del sistema educativo, desatención médica y sanitaria, caminos anegados, clientelismo político, explotación, entre otras cosas. En medio de esta realidad, Jesús nos llama a lograr para los demás la misma felicidad. María de Betharram, nuestro Padre San Miguel, el Padre Augusto Etchecopar interceden por nosotros para llevar adelante con denuedo esta misión. ¡Siempre adelante!

Guido Garcia,SCJ

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CANTO DE LA MISIÓN DE VERANO 2011
autor-compositor: Leandro (Adrogué)

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Queremos ser el eco de la voz de Dios
Allí donde se rinda un corazón
Lograr en los demás la misma felicidad
De haber sido llamados a Su amor.

La vida se acrecienta compartiéndola,
Aislada, debilita su motor;
Queremos reemplazar la tibia comodidad
Por el gozo de cumplir nuestra misión.

Por eso, Padre, envíanos, envíanos,
Oh, Cristo, bendícenos y guíanos,
Espíritu, que seas tú quien borre
las fronteras a la nueva del amor.

Vivimos tan sedientos del amor de Dios
Que no podemos menos que ir por más;
Sembrar y consolar, la vida plenificar
Gritando convencidos “¡aquí estoy!”

María, nuestra madre y madre de Jesús,
Primera misionera del Señor,
Nos acompañará y a su Hijo le pedirá
Que podamos ser el eco de su voz.

 


5 minutos con... el Padre Koutouan Nanghy Omer

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Ordenado sacerdote el año pasado, el P. Koutouan Nanghy Omer, de edad 32 años, hace parte de la comunidad de formación de Adiapodumé, en la gran Abidján. En medio del capítulo de la Región de San Miguel (Betharram, 13-18 de enero), la NEF también quería  dar la palabra a religioso de terreno...

Nef : ¿Como entraste en contacto con Betharram y que fue lo que te llamó la atención?
- Hay que decir que mi familia como cristiana, aceptó siempre favorablemente mi deseo de ser sacerdote. Fue así que por medio de la hermana menor de papá pude encontrar a un religioso de Camerún. Después de conversar con éste, me dijo: “Percibo en ti vocación de betharramita”; no tengo idea del por qué de estas palabras “profética”, pero, él era muy amigo del P. Bernabé, todavía hermano, ese año. Fue así que, acompañado por mi padre, llegamos a la comunidad de Adiapodumé... Así fue como todo comenzó. Fui seducido por la serenidad: lejos del ruido de mi Abidjan natal, un espacio marcado por el calor de los que serían muy pronto mis hermanos de comunidad.

¿Cuáles fueron las etapas o los “misterios” – gozosos, dolorosos o luminosos – que marcaron tu formación?
- Si entiendo bien la pregunta, digamos que la fraternidad que vivimos durante la formación nos permitió vivir cierta juventud de espíritu. Los momentos de internoviciado eran momentos de encuentro con otras realidades de institutos y hasta de culturas, ya que nos encontrábamos con una cantidad de nacionalidades, y era realmente la universalidad de la Iglesia lo que se tocaba. Los estudios de filosofía y de teología también, me proporcionaron cierta madurez en todo sentido, sobre todo humanamente… Por lo que podríamos llamar mis “misterios dolorosos”, pude sentir la frustración de no ser admitido la primera vez a la profesión perpetua. Pero, al mirar hoy con más distancia, diría que todo es gracia porque hice también la experiencia del fracaso, de la incomprensión que puede ayudarme a ser testigo de esperanza en mi ambiente. Y tengo que decir que comprendí hasta qué punto ese deseo de vivir como religioso betharramita era un deseo profundo y cómo era necesario que viviera algunas purificaciones. Entonces, el misterio doloroso acabó siendo misterio glorioso, sin ninguna exageración.

Fuiste ordenado sacerdote el 5 de junio de 2010 : ¿Qué es lo que eso cambió en tu vida ?
- Permanecí el mismo Omer, salvo que el modo cómo me miran los demás cambió un poco; me tratan cada vez más de usted, “padre” se agregó a mi nombre. Pero interiormente, es ese deseo de ser testigo de algo, que Dios conduce mi historia personal lo que creció. Me siento responsable de la salvación de aquellos de los que estoy encargado, tanto que no siempre me tomo un respiro, cuando soy solicitado para tal o cual acción espiritual.  Creo más en la fuerza de la oración y tomo en serio todos los pedidos que se me hacen con estas palabras: “Padre, rece por mí”.

¿En qué consiste tu ministerio actual en Adiapodumé ?
- Comparto con los otros padres la responsabilidad de la parroquia; personalmente soy el asesor de la pastoral juvenil y de las CEB (comunidades eclesiales de base) que visito regularmente por turno. Paralelamente a esto, es la pastoral en nuestras capillas, que me provoca el gran placer de recorrer algunos kilómetros para encontrarme con el pueblo de Dios en los poblados.

Después de la fundación del 1er colegio, en 1837, la presencia educativa entre los jóvenes es parte del ADN de la Betharram. ¿Qué lugar tiene en tus proyectos ?
- Soy el asesor de los jóvenes de San Bernardo y, por eso, el equipo de jóvenes y yo trabajamos en sensibilizar a nuestros jóvenes a los desafíos que hay que enfrentar en Costa de Marfil. Estoy convencido que el Evangelio, vivido con autenticidad, puede ayudar en eso. Recibo también a jóvenes que quieren hablar, que quieren saber. En Tshanféto también, trato de estar presente para ayudar al Hno. Alfred y dar un soporte espiritual y sicológico a los jóvenes que están en formación; hay que decir que muchos llegan con una historia personal bastante triste.

Imagina a un joven que te pregunta por tus razones de vivir y de esperar: ¿qué le contestas?
- Que la vida merece ser vivida y que es evidente que las pruebas son parte de la vida y que fortalecen nuestra personalidad; es por eso que, cuando es duro y todo parece perdido, hay que creer en Dios. Él es también el Dios de lo imposible. Por otro lado, me gusta dar de lo que tengo y de lo que soy; y, en cuanto pueda ayudar a arrancar una sonrisa a alguien, a secar unas lágrimas, esas son razones de vivir y de esperar.

Con dos presidentes declarados, Costa de Marfil atraviesa momentos difíciles desde fines de noviembre.¿Cómo vives esta situación?
- Es verdad que la situación parece sin salida, ya que, como dice el salmista “ni el sacerdote ni el profeta que recorren el país entienden”; y la gente espera mucho de nosotros, los sacerdotes, una palabra. En mi opinión, comienzo por decir honestamente que de ambas partes hay falsedad y mentira. Nos secuestraron una verdad, porque, en realidad, hay un solo presidente elegido. Por eso, personalmente, trato de estar a la escucha evitando tomar partido frente a mis feligreses. En comunidad, hablamos y discutimos a partir de los noticieros televisivos o de la prensa escrita, pero sin demasiada pasión y tratando de ser bastante lúcidos frente a lo opinable que hay de un lado u del otro.

En este comienzo de año, ¿Cuáles son tus deseos para la familia de San Miguel, religiosos y laicos?
- Les deseo a todos que no perdamos esa chispa primitiva que nos hizo correr tras los pasos de San Miguel en el seguimiento de Cristo. Ojalá podamos ser más hermanos, para ser testigos, delante de todos, que el amor es posible y que lo material no puede ser la aspiración definitiva del hombre. Por lo tanto, un santo y feliz año 2011 y gracias por esta oportunidad que me ofreció de compartir algo de mí con toda sencillez. Otra vez gracias y ¡adelante siempre!

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1. UNA NIÑA DE GALILEA

La Hna. María de Jesús Crucificado, la joven galilea analfabeta que acabó siendo una gloria de Tierra Santa, tuvo un destino extraordinario. El P. Médebielle scj, lo contó en 1983, año de su beatificación, en la revista del patrircado latino de Jerusalén (pp. 201-239). De Pau a Belén pasando por Mangalore, la Beata Mariam acompañará este año del Capítulo General; ojalá nos ayude a colocarlo bajo el signo del Espíritu.

Mariam Baouardy (1846-1878) era originaria de Abellin, pequeño poblado de Galilea, ubicado entre Nazaret y Haifa, a tres kilómetros a vuelo de pájaro al norte de Shefamar. En los años treinta, cuando lo visitó el P. Brunot, era como lo había conocido Mariam: callecitas sucias, casas mal cuidadas, donde se amontonaban 600 habitantes. Pero “todo transformado por ese incomparable mago oriental que es el sol. Abellin, era un pobre pueblito como muchos otros de la Palestina turca”.
El padre de la futura Beata, Giriez (Jorge) Baouardy, era fabricante de pólvora, de donde viene su nombre; así como su mujer, Mariam Shahin, procedían de pueblos de cerca del Líbano. La familia, de rito melquita, era pobre, trabajadora y piadosa, pero había sido marcada por una dura prueba: doce hijos había muerto muy pequeños, con gran desolación de los padres. El padre, acusado falsamente de un asesinato, fue encarcelado por un tiempo en Acre, antes de que su inocencia fuera reconocida y él liberado. Padre y madre hicieron una peregrinación a pie a la Gruta de Belén (170 km), para pedir otro hijo que sobreviviese. Fueron escuchados, con la gracia de una niña nacida en enero de 1846, a la que llamaron Mariam. Dos años más tarde nació otro niño, Boulos.
Poco después del nacimiento de Boulos, en 1848, padre y madre murieron con algunos días de diferencia. Una tía materna recogió a Boulos, en Tarshiha y un tío paterno recibió a Mariam en su hogar de Abellin. Mariam era mimada en casa de su tío y signos de predestinación se manifestaron pronto. Le habían dado una jaula de pajaritos. Como niñita que era, quiso lavarlos y los pájaros acabaron muriendo. En su desolación una voz muy clara que ella no olvidará jamás, resonó en su alma, imponiéndose para siempre: “Es así que todo pasa. Si me das tu corazón yo seré tuya siempre”.
Como las niñas árabes de su edad, no había ido a la escuela y no aprendió ni a leer ni a escribir, dedicándose sólo a los trabajos domésticos, en preparación al matrimonio, normal, en aquella época, a los 12 años. Por naturaleza despierta e inteligente, reflexiona sobre las palabras que escuchó mientras sepultaba los pájaros.
Indiferente a los cuidados de los suyos por su aspecto físico, pensaba ya en la muerte, cavando para sí una fosa en el jardín para acostarse, ensuciando sí su vestido y ganando los reproches de su tía. Quedó también impre-sionada por dos ancianos que visitaban a su tío: un pariente obispo que le hablaba de Dios “que hay que preferir a cualquier otra cosa”; un ermitaño de paso que dijo a su tía: “Te suplico, ten un cuidado especial por esta chica. Cuídala”.
Tenía una precoz devoción a la Santísima Virgen, ayunaba a escondidas los sábados y cortaba flores para el ícono de la Virgen; echaron raíces en el florero, lo que hizo hablar de milagro pero también le valió el reproche del párroco, preocupado por su humildad. Mariam conservará toda su vida un tierno recuerdo de su primera infancia en Abellin.

Pierre Médebielle,SCJ

 

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